SAN ELREDO DE RIEVAL, Sermones de oneribus Isaiae

 

Aceptar la corrección de Dios

 

“Ea, hermanos, como dice el Apóstol: ¿Qué hijo hay a quien el padre no corrige? Castiga a todos los hijos que acoge. Puede, igualmente, llamarse castigador porque Él es el que hiere y sana, mortifica y vivifica, lleva a los infiernos y hace retornar. Él mismo, ciertamente, envía desde Sión la vara de su poder para castigar con la vara su rebelión y a latigazos sus pecados. Grande es, hermanos, la señal de la divina misericordia cuando no perdona en el presente, cuando no se compadece, cuando siembra de espinas nuestros caminos y nos cierra con cerca para que, al buscar la muerte, no la encontremos; cuando todas las dulzuras con las que nos extasiábamos, las asperja por medio de toda clase de amarguras para que, así, no nos apeguemos a ellas”.

 

(SAN ELREDO DE RIEVAL, Sermones de oneribus Isaiae, Trad: G. Díez Martínez, Padres Cistercienses, Azul 1987, p. 248-249).


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